domingo, 13 de marzo de 2011

Dime que eres real, no eres un sueño ni nada.

Y puede que sea justo en ese mismo instante en el que mi cabeza reposa sobre tus piernas: mi mano derecha está entrelazada con la tuya, y la izquierda se sitúa en tu corazón, escuchándolo latir; en el mismo instante en que de fondo se oye la música lejana de una orquesta que toca tratando de divertir a toda la gente de la fiesta, pero lo único importante que yo escucho es tu respiración; puede que sea en ese momento, justo cuando haces un simple gesto para acariciarme, o me aprietas contra ti; puede que sea justo en ese mismo instante, en el que pararía el reloj para siempre, me quedaría ahí sin necesidad de nada más. Alimentándome de tus besos, tus miradas, tus sonrisas. Alimentándome de ti. Sí, es justo en ese mismo momento, en el que lo primero que pienso es que se pare el mundo, que yo me bajo aquí. Y en ese momento me giro, te miro, abres los ojos, tú también me miras, me pregunto, ¿que pensará? Y acto seguido, ¿cómo lo puedo querer tanto?

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